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sábado, agosto 11, 2007

Sida y tortura en tierras del islam (I)

Parece que la lectura del Corán produce efectos secundarios. Por lo pronto -y por experiencia propia- puedo asegurar que hacerlo una vez produce un recalentamiento de la corteza cerebral poco saludable. Hacerlo varias, puede dejarnos igual que el libio Gadafi.

El gobierno de Gadafi acusó a 5 enfermeras búlgaras y un médico palestino de haber infectado de sida a 400 niños libios, y los condenó a muerte -previa confesión de los acusados-. De nada servían las innumerables presiones internacionales recibidas para que se les conmutara la pena y fueran devueltos a occidente; sin embargo, finalmente accedió a hacerlo.

Lo cierto es que la "decisión" de Libia de extraditar a los acusados a la UE fue muy celebrada en Occidente. Ignórabamos el trasfondo de esta supuesta victoria: hoy sabemos que fue gracias al compromiso de Sarkozy de venderle armas, nada menos que misiles anticarro por valor de 168 millones de euros (Sarko: te han pillado). Misiles que -por cierto- deben ser "muy necesarios" para la "paz" que pregonan el Corán y Zapatero.

Además de confesar a Le Monde la venta de armas por parte de Francia, Saif al Islam Gadafi, hijo del presidente libio y candidato a sucederle, reveló que Francia realizará operaciones militares conjuntas con Libia, y que el acuerdo firmado entre Sarko y Gadafi la semana pasada contiene "garantías según las cuales Francia socorrería a Libia en caso de que la seguridad nacional del país norteafricano estuviera amenazada".

Oh la la...

Pero si esto fuera poco, parece que Gran Bretaña también habría aportado su cuota de debilidad frente a la extorsión libia: nuevamente, el hijo de Gadafi confiesa a 'Le Monde' que el papel jugado por la justicia británica en la mediación por la liberación de los ciudadanos búlgaros no fue menor, al permitir que Abdel Basset Ali al Megrahi pudiera apelar su condena de cadena perpetua por su por su participación en el atentado terrorista de Lockerbie en 1988 en el que murieron 270 personas.

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jueves, agosto 09, 2007

Segundo mito: el islam es una fe tolerante (IV)

LA JIZYA: EL IMPUESTO DE LOS DIMMÍES (INFIELES)

Veníamos hablando de las condiciones -supuestamente del pasado- que el islam imjpone a los infieles.

Aunque algunos idiotas útiles y algunos musulmanes malintencionados nos quieren hacer creer que la dimma es cosa del pasado, ESTAS DISPOSICIONES SIGUEN FORMANDO PARTE DE LA SHARIA, ya que están contenidas en el Corán y en los hádices (palabra de Alá y palabra de Mahoma, con lo cual son inalterables).

Por esa razón, aunque parezca que están calmados los musulmanes, siempre termina apareciendo un ayatollah, un jeque o un imán llamando a la yihad, porque Alá así lo quiere.

Hoy nos ocuparemos de la JIZYA, es decir, el tributo que los infieles deben pagar a los musulmanes.

No hace falta irse demasiado atrás para ver que la JIZYA es una idea muy presente en los proyectos que los musulmanes tienen para NOSOTROS. El jeque Abdullah Yusuf Azzam (1941-1989), uno de los más destacados preconizadores de la yihad, creador de Al Qaeda y uno de los maestros de Bin Laden, estableció en su libro "En defensa de las tierras musulmanas", que el estado islámico que él pretendía restaurar iba a recaudar la jizya de los dimmíes. Estableció varias categorías de yihad, y dijo que la yihad ofensiva era una obligación de la comunidad islámica, agregando que "este tipo de yihad se lleva a cabo para mantener el pago de la jizya".

Así, nos cuenta Miguel el sirio -patriarca de Antioquía- como era la recaudación de la jizya en los tiempos del califa Marwán II (siglo VIII):

"La mayor preocupación de Marwán era hacer acopio de oro, y su yugo fue una pesada carga para la gente del país. Sus tropas infligieron muchos males a los hombres: explosiones, saqueos, ultrajes a las mujeres en presencia de sus maridos".

Pero no fue el único: Al-Mansur "impuso toda clase de impuestos a todo el mundo en todas partes, y duplicó cada uno de los tributos impuestos a los cristianos".

El cobro de la jizya se realizaba durante una ceremonia de auténtica humillación, en la que el recaudador musulmán golpeaba al infiel en la nuca o en la cabeza, para hacerle sentir inferior y que no merecía ser tratado como una persona honorable, consiguiendo de este modo que el dimmí se sintiera sometido. Este procedimiento se mantuvo hasta principios del siglo XX en Yemen y en Marruecos, donde el impuesto coránico se les seguía cobrando a los judíos bajo amenazas. Y podría volver en cualquier momento, si Europa cae definitivamente.

Y esto era (y puede volver a ser) así porque lo ordena el Corán: “Lucha contra los que no creen en Alá ni en el Juicio Final, no respeten la prohibición de lo que ha sido prohibido por Alá y Su Mensajero, ni reconozcan la religión de la Verdad, (aunque pertenezcan) a los Pueblos del Libro hasta que paguen la jizya con sumisión voluntaria y se sientan sometidos" (Corán 9:29). Cabe destacar que la "sumisión voluntaria" es la alternativa a la muerte.

Otros ejemplos de como se cobraba la jizya nos los da el comentarista coránico Zamajashari (siglo XII), quien nos indica que la jizya debía ser recaudada con "menosprecio y humillación". Un siglo más tarde, el jurista musulmán An-Nawawi ordenaba que cuando el infiel pagara la jizya, el recaudador debía permanecer sentado y el dimmí "debe estar de pie frente a él, con su cabeza gacha y con su espalda inclinada. El infiel debe poner personalmente el dinero sobre la balanza, mientras el recaudador lo sostiene por la barba y lo golpea en ambas mejillas".

Obviamente, muchos no musulmanes terminaban convirtiéndose al islam para evitar estos malos tratos y el pago de la jizya. Así es como consiguieron que vastas poblaciones de cristianos de Oriente Próximo y el norte de África se convirtieran. Por la opresión y la constante amenaza de muerte.

Otro impuesto que los infieles tenían que pagar en algunos territorios es la jarach, y consistía en un impuesto sobre la tierra, que el califa imponía en sus estados a los no musulmanes. Así, en Bagdad, en el siglo XVII, muchos dimmíes se vieron forzados a vender a sus hijos a los turcos para poder pagar la jarach.

Una de las explicaciones que los musulmanes dan a estos impuestos de jizya y jarach es que era una compensación por la protección que recibían (a bofetadas y bajo pena de muerte) los dimmíes y porque no servían en el ejército. La verdad es muy distinta, ya que en algunas ocasiones, no se les permitía a los dimmíes la conversión al islam, ya que esto no les convenía porque se destrozaba la base impositiva.

El jeque Ahmad Kuftare nos da en su web una versión almibarada y netamente propagandística de como fue la sumisión de los dimmíes y de la jizya. Nos cuenta que los musulmanes pagaban un impuesto mucho mayor que los infieles, llamado zakat, cuando éste sólo asciende al 2.5% anual, mientras que la jizya podía ser el doble del zakat. Así lo establece el manual legal islámico de la Hedaya, que dice que es legal exigir el doble a un dimmí que a un musulmán, sobre todo si el dimmí pagaba en especie y no en moneda. Además, el zakat no era recolectado por la fuerza, mientras la jizya sí, con el agregado de la ceremonia humillante.


La ley saudí establece que este impuesto está en concordancia con los viejos preceptos, y prescribe que debe ser fijo, según de quién se esté recolectando. Así, los musulmanes pagan el 2,5%, los comerciantes de países aliados el 5%, y los de países extranjeros el 10%.

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martes, agosto 07, 2007

Segundo mito: el islam es una fe tolerante (III)

Siguiendo con el tema de la supuesta "tolerancia" del islam, y del mito de que es cosa del pasado, el Movimiento de Resistencia Islámica (más conocido como Hamas), en su estatuto -promulgado en agosto de 1988- declara que:

-El programa del Movimiento es el Islam (art.1)
-La estructura básica del Movimiento de Resistencia Islámica consiste en musulmanes que (...) temen a Alá y alzan la bandera de la Jihad en la cara de los opresores, de modo de liberar la tierra y al pueblo de su suciedad, vileza y maldad (...). (art. 3)

-El Movimiento de Resistencia Islámica cree que la tierra de Palestina es un Waqf (lugar sagrado) islámico, consagrado para las futuras generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio. Esta, o cualquier parte de ella, no debe ser (...) entregada. Ningún país árabe (...), ningún rey o presidente (...), ninguna organización (...), sea palestina o árabe, tiene el derecho de hacerlo. (...) Esta es la ley que gobierna la tierra de Palestina en la Sharia (ley) islámica y lo mismo vale para cualquier tierra que los musulmanes hayan conquistado (...). (art. 11) (DESPIERTA, ESPAÑA, QUE TÚ SIGUES!)

-El Movimiento de Resistencia Islámica es un movimiento humanista. Protege los derechos humanos y está guiado por la tolerancia islámica cuando trata con seguidores de otras religiones. (...) Bajo el ala del islam es posible que los seguidores de las tres religiones -islam, cristianismo y judaísmo- coexistan (...). La paz y la tranquilidad no serán posibles sino bajo el ala del islam. El deber de los seguidores de otras religiones es dejar de disputar la soberanía del islam en esta región porque el día que (ellos) deban hacerse cargo, no habrá más que matanza, desplazamiento y terror. (...)

Independientemente de la clarísima amenaza -repetida cientos de veces- hacia España, ¿qué significa realmente VIVIR BAJO EL ALA DEL ISLAM?

Algunos idiotas útiles dicen que la dimma no estuvo tan mal, y suelen apoyarse en testimonios como el de Teodosio, patriarca de Jerusalén en una época en que aparentemente el maltrato hacia los ínfieles no era tan marcado: "son justos y no nos hacen nada malo ni ejercen ningún tipo de violencia sobre nosotros".

El historiador y sociólogo musulmán del siglo XIV, Ibn Jaldún, explicaba sobre las opciones de los infieles que "se trata de [que elijan entre] la conversión al islma, el pago del tributo o la muerte".

Esta opresión ejercida a través de la dimma sobre los cristianos y judíos fue la que llevó a los griegos a rebelarse contra los otomanos y luchar por su independencia en 1821. Según Apostolos Vacolopolous, la brutalidad del régimen autocrático otomano, que se caracterizaba por la expoliación económica, la decadencia intelectual y el retroceso cultural, y que se traducía en impuestos ilegales, trabajo forzado, persecuciones, violencia, encarcelamientos, asesinatos, secuestro de niñas y niños para ser confinados en harenes turcos, entre otras perversidades y lujurias, constituyó un reto constante al instinto de conservación y un desafío a cualquier sentido de la decencia humana. Los griegos experimentaron todo tipo de humillaciones e insultos, y su angustia y frustración los llevó a optar por la rebelión armada.

Tal vez estemos hoy como los griegos en 1453. Tal vez tengamos -como durante la Reconquista o la revolución griega de 1821- que volver a reaccionar después de sufrir atrocidades.

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domingo, agosto 05, 2007

Segundo mito: el islam es una fe tolerante (II)

RESTAURAR LA DIMMA


Si bien lo que comentábamos ayer sobre el estatus de dimmí de los "no creyentes" fue establecido hace muchos siglos, no por ello debemos creer que en pleno siglo XXI estamos a salvo. En realidad, hoy más que nunca debemos estar alertas, ya que la invasión no es un peligro a conjurar sino que es una realidad en toda su extensión. Sólo en Francia el 10% de la población profesa la religión islámica.

Los defensores occidentales del islam dicen que los musulmanes no quieren restablecer el estatus de dimmí para los "no creyentes" que viven en territorios musulmanes. Sin embargo, esta afirmación queda en nada cuando vemos al jeque Omar Bakri Mohammed, líder de la agrupación musulmana extremista al-Muhajiroun en el Reino Unido, afirmaba en 2002 que "No podemos decir, sin más, que porque no tenemos un califato podemos directamente matar a todos los no musulmanes, más bien debemos continuar aplicando la dimma". (Bakri, un sirio extremista y reclutador de terroristas que había buscado refugio político en los años '80 en el Reino Unido, vio revocado su permiso de residencia, que fue revocado en 2005).

Pero no está solo en esta cruzada por restablecer la dimma. Otro jeque, Marzouq Salem Al Ghamdi dirigió un sermón en una mezquita de la Meca en el que repitió -en pleno siglo XXI- palabra por palabra lo establecido en el siglo VII por los primeros seguidores de Mahoma:


"No hay nada de malo en que los infieles vivan entre los musulmanes, de acuerdo con las condiciones establecidas por el Profeta, mientras paguen lla jizya al tesoro islámico... Otras condiciones son: que no hagan renovaciones en iglesias o monasterios, que no reconstruyan las que sean destruidas, que den comida durante 3 días a cualquier musulmán que pase por sus casas...que se levanten cuando un musulmán quiera sentarse...Si llegaren a violar esas condiciones, entonces ya no recibirán protección"


Por último, y sin ánimo de ser repetitivos, el jeque Abd Al Muhsin Al Qadhi, en la mezquita de "Al-Unayzah", dijo en su discurso de 2002 que los cristianos y judíos son infieles y enemigos de Alá, para volver a repetir las condiciones que Mahoma estableció para los dimmís que vivan en territorio musulmán.

Así, mientras los idiotas útiles de Occidente se dedican a propagar la falsa idea de que el islam es una religión de paz y amor universal, en las mezquitas saudíes se predica la aniquilación o sumisión de los "infieles".

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Baby

 

 

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