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viernes, octubre 13, 2006

¿Cuál será el próximo atentado de Al Qaeda?

Manuel R. Torres Soriano es un experto en terrorismo internacional y profesor de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (España). Ha sido investigador del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Granada y Visiting Fellow de la Universidad de Stanford (California) y Johns Hopkins University en Washington D.C.
En su artículo para Safe Democracy esboza cinco lineamientos sobre cuáles podrían ser los próximos blancos de Al Qaeda a cinco años del mayor atentado terrorista de la historia y lo hace en función de la acumulación de datos y experiencias sobre Al Qaeda y los grupos que orbitan a su alrededor. Manuel R. Torres explica por qué Al Qaeda buscará actuar a lo grande, aumentará sus ataques contra objetivos judíos, tendrá preferencia contra símbolos económicos y financieros, atacará el turismo occidental en el mundo musulmán, y seguirá llevando a cabo ataques que perjudiquen la presencia de Estados Unidos en Irak y Afganistán.

UNO: PENSAR A LO GRANDE
Al Qaeda consiguió --con su ataque más célebre-- disparar la imaginación de miles de sus seguidores hasta el punto de que hasta los atentados más ambiciosos han sido contemplados por estos como factibles.

Los encargados de la lucha contraterrorista en Estados Unidos son conscientes de que, a pesar del aumento de las medidas de seguridad en suelo estadounidense, para Al Qaeda hubiese resultado durante este tiempo relativamente sencillo atacar objetivos blandos como centros comerciales, grandes aglomeraciones, edificios religiosos, etc.

Sin embargo, el 11-S ha significado una exigencia mínima de espectacularidad y destrucción que todo atentado de Al Qaeda debe cumplir. La percepción de los yihadistas de aquello que supone un atentado suficientemente digno oscila en función de las circunstancias específicas de cada país considerado enemigo y de cual es el umbral de dolor que los yihadistas atribuyen a cada sociedad. Si contra Estados Unidos, por ejemplo, se persigue un atentado que iguale o supere las miles de victimas de 2001, en otros países un número mucho más reducido se han considerado triunfos equivalentes, como lo demuestra las interpretaciones que se realizaron de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, el 7 de julio de 2005 en Londres o contra emplazamientos turísticos frecuentados por occidentales en la isla de Bali.

La tendencia a pensar en grande impuesta por Al Qaeda ha llevado a que incluso pequeñas células terroristas, carentes de la experiencia, los conocimientos y los medios necesarios, se embarcarse en espectaculares y sofisticados atentados como lo demuestra el complot para atentar contra el Reino Unido utilizando ricino.

La explosiva mezcla que supone esta tendencia hacia la espectacularidad y la tradicional obsesión de Al Qaeda por la consecución de armas no convencionales, hace cada vez más probable que en los próximos años asistamos a un atentado donde se emplee algún tipo de artefacto rudimentario que incluya elementos químicos, bacteriológicos o radiológicos. Aunque la capacidad para dotar a estos componentes de toda su capacidad mortífera parece que aún está lejos de la destreza de los terroristas, su impacto psicológico entre la población puede ser devastador.

DOS: AUMENTO DE LOS ATENTADOS CONTRA OBJETIVOS ESPECÍFICAMENTE JUDÍOS
Desde sus inicios Al Qaeda ha explotado hábilmente el antisemitismo latente en amplias masas de la población musulmana. A pesar de que su discurso está plagado de referencias a Palestina y la lucha contra el Estado de Israel, la organización terrorista ha recibido, antes y después del 11-S, numerosas críticas por no situar a Israel como objetivo prioritario de sus ataques. Aunque en la cosmología de Al Qaeda existe una fusión entre objetivos estadounidenses y objetivos israelíes, lo que les llevó a percibir los ataques contra el Pentágono y el World Trade Center como un golpe también contra el sionismo mundial, no todo la audiencia radical comparte esta premisa. En este sentido, desde el secuestro y degollamiento del periodista estadounidense Daniel Pearl, se ha producido un incremento exponencial de ataques contra objetivos judíos como los atentados de Casablanca, Estambul, Taba, Mombasa, etc.

TRES: PREFERENCIA POR EL ATAQUE CONTRA OBJETIVOS ECONÓMICOS Y FINANCIEROS
Al Qaeda reinterpretó el 11-S en clave económica. El propio Bin Laden declaró que estos atentados habían sido la mejor inversión de la historia: por cada dólar que Al Qaeda empleo en su ejecución, Estados Unidos había sufrido pérdidas por un millón de dólares.

Parte del desprecio de Bin Laden hacia Occidente está basado en su percepción de que dichas sociedades están basadas en el más burdo hedonismo y el confort material. Se hace preciso, pues, golpear los pilares económicos de estas sociedades como medio para doblegar a una sociedad que no será capaz de resistir durante mucho tiempo contemplar cómo su nivel de vida se va degradando progresivamente.

La organización terrorista ha emprendido una campaña de señalamiento de las vías de suministro de petróleo como objetivo preferente de los muyahidin, lo cual ha dado como resultado ataques como el del petrolero francés Limburdg, el continuo saboteo de las líneas de suministro iraquí o el fallido ataque contra la importantísima refinería saudí de Abqaiq en febrero de 2006. El objetivo declarado de esta ofensiva es conseguir que el barril de petróleo alcanzar la devastadora cantidad de 100 dólares por barril.

CUATRO: ATACAR EL TURISMO OCCIDENTAL EN EL MUNDO MUSULMÁN
La presencia occidental ha sido calificada por sus ideólogos yihadistas como la fuente de la corrupción y la decadencia actual de las tierras del islam. La tradicional preferencia por atacar embajadas ha sido desplazada por el ataque contra otros objetivos menos protegidos pero igualmente importantes. Golpeando el turismo occidental en estos países no sólo se logra incidir negativamente en las percepciones occidentales hacia el mundo musulmán, sino que también compromete las fuentes económicas y debilita los regímenes políticos de determinados cuyos gobiernos han sido calificados por Al Qaeda como apostatas.

La búsqueda de este tipo de objetivos no sólo se centra en el asesinato individual o colectivo, sino también en acciones que asienten entre la opinión pública musulmana la idea de que la cercanía a determinadas marcas comerciales o emblemas occidentales supone una situación de riesgo como, por ejemplo, los ataques contra el JW Marriot en Yakarta (Indonesia), el Sheraton en Karachi (Pakistán), el Hilton en Egipto o incluso el ataque coordinado contra 16 estaciones de servicio Shell en Pakistán en 2005.

CINCO: ATAQUES QUE PERJUDIQUEN LA PRESENCIA DE ESTADOS UNIDOS EN IRAK Y AFGANISTÁN
Bin Laden y sus seguidores creen firmemente que en ambos escenarios se está librando una batalla decisiva para conseguir la derrota de su principal enemigo. De ahí que haya alentado, no sólo el combate directo contra las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados en estos países, sino también la comisión de atentados en el exterior que contribuyan a debilitar la coalición internacional y dejen a Estados Unidos aislados en esta dificilísima empresa.

Sin embargo, el mundo posterior a septiembre de 2001 es también el del inicio de un terrorismo de carácter más horizontal y amateur, donde individuos aislados o pequeños grupos que comulgan con los principios ideológicos de la yihad global deciden realizar su espontánea y particular contribución.

Los posibles desarrollos de esta nueva amenaza son mucho más imprevisibles porque dependen más de factores psicológicos y de la interacción dentro de un grupo, que de la tormenta de ideas que continuamente publicita Al Qaeda y sus asociados utilizando el ciberespacio y cualquier otro medio que contribuya a difundir su mensaje.

No obstante, es posible, aventurar algunos posibles desarrollos basándonos en la limitaciones materiales y falta de profesionalismo de estos desorganizados integrantes de la yihad, tendencia que se une al poderoso aliciente que tienen los terroristas para aprender gregariamente.

En este sentido, es apreciable cómo el terrorismo yihadista ha recuperado el asesinato individual de personalidades emblemáticas --como el caso de Pim Fortuyn o Theo Van Gogh-- como vehículo para amedrentar a sociedades enteras. Igualmente, no es descabellado pensar que esta nueva deriva del terrorismo decida adoptar entre sus prácticas determinados modelos tomados del escenario iraquí, los cuales en ocasiones exigen un despliegue mínimo de medios como, por ejemplo, el secuestro y asesinato filmado de rehenes con fines propagandísticos o de presión política.


Fuente: Safe Democracy


Baby

 

 

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