Futbol y yihad

Al parecer, cualquier lugar, cualquier tema es bueno para seguir socavando los cimientos de Occidente. Cualquier circunstancia es propicia para ver hasta donde se puede llegar.

Y los musulmanes no desaprovechan ninguna. Hace unos días, los miembros de INTERMIGRA/simiex -una de estas supuestas ONG que disfrazan de actividades filantrópicas sus ataques a nuestro estilo de vida y a nuestras libertades-, hacían gran bullicio al solicitar que la segunda camiseta del equipo de fútbol de Huesca sea retirada porque puede "incitar a la violencia". El motivo de tal "incitación" es que lleva estampada la cruz de San Jorge.


Y no se han quedado en la simple queja al club. Han llevado su protesta en forma de consulta a la UEFA y a la FIFA para “aclarar la compatibilidad de la indumentaria deportiva del Huesca con la normativa antiviolencia” del máximo organismo internacional.

No es la primera vez que los moros se meten con unas camisetas de fútbol. Ya los turcos pusieron a trabajar a sus abogados expertos en derecho comunitario europeose para quejarse por sentirse "profundamente ofendidos" por la segunda camiseta del Inter de Milán , pidiendo a la UEFA que sancionara al club por incitar a la violencia. O sea... utilizan nuestras leyes para atacarnos.

Pero la cosa no quedó ahí. Los árabes se dedicaron a tunear el escudo del Barsa porque la cruz de San Jorge les recordaba a los cruzados. Y en la capital de Arabia Saudí era imposible conseguir una camiseta del Barsa sin "tunear", porque la original no es "religiosamente correcta". Los directivos del Barsa no dijeron nada, apenas calificaron el hecho de "falsificación", una de tantas...

No pararán hasta que quememos nuestras Biblias (o nuestro manuales de nihilismo) y nos abracemos a un corán. y consigan que todos andemos en chilabas o burkas. O hasta que despertemos y los paremos, como ya se hizo en el pasado. Es esperanzador enterarse que las ventas de estas camisetas con la cruz de San Jorge se han disparado desde este incidente. Tal vez no todo esté perdido, después de todo. Aunque cuesta creerlo.