Construir mezquitas ¿favorece la integración o el terrorismo?

Que Europa está plagada de musulmanes no es noticia. Que las mezquitas crecen como setas después de la lluvia, tampoco. La gran mayoría, ilegales.

Hace un tiempo, dentro de algunas formaciones políticas, comenzó a florecer la idea de que hay que otorgarles permisos para edificar mezquitas "legales", ya que constituiría "un signo positivo de integración".

El filomoro alemán, Stephan Rosiny, de profesión "islamólogo", se queja porque en algunas ciudades se han producido protestas antimezquita, y porque estas han sobrepasado los límites de los partidos de "extrema derecha" para extenderse hacia el espectro centrista. Los motivos de este "trasvase ideológico" son -según el filomoro- que estas agrupaciones sostienen que el islamismo radical está minando los sistemas cultural y legal de Occidente.

Para Rosiny y su compinche islamólogo turco Ali Özgür Özdil, construir mezquitas no es peligroso ni contribuye a la expansión del islamismo "radical". Más bien todo lo contrario: promueve la "integración". Esto permitiría que los musulmanes salgan del armario -o sea, los patios traseros y los garajes- para poder rezar libremente en edificios reconocidos oficialmente. Así, se facilitaría el "diálogo inter-religioso y la integración social".

Además, los filomoros destacan que las organizaciones que se encargan de promueven la construcción de mezquitas "son moderadas y trabajan en concordancia con el estado", "promoviendo los derechos y obligaciones de los musulmanes como individuos religiosos y como ciudadanos". Y señalan que prohibir la construcción de mezquitas atenta contra los derechos humanos.

Özdil sostiene que la idea de una “islamización” de Europa es algo “descabellado”. Pone por ejemplo a Alemania, que cuenta con una población musulmana de 3,5 millones, de los cuales "sólo la cuarta parte profesa la religión de manera regular". Trata de licuar ese 25% en el total de la población alemana, diciéndonos que apenas el 1% de la población alemana es musulmana practicante. El 1% de 83 millones son 830.000. Si consideramos que el 20% de los musulmanes (tomémonos la licencia de incluir sólo a los practicantes en la cuenta) son pro-yihad, habría unos 166.000 yihadistas o pro-yihadistas en territorio alemán. Acojona. Sobre todo si tenemos en cuenta que para causar el 11-S sólo hicieron falta 19.

Los atentados del 7-J en Londres fueron perpetrados por musulmanes nacidos en Gran Bretaña, que habían sido aleccionados en las mezquitas locales para unirse a la Yihad.

A pesar de la labor de los propagandistas que presentan como víctimas a los musulmanes-, lenta pero sostenidamente, va creciendo en Europa un sentimiento hostil hacia ellos. Y algunos políticos comienzan a salir del armario.

En Alemania, Francia y Suiza se han dado casos de grandes manifestaciones anti-mezquitas.

El pasado 15 de julio se produjo una en Colonia, en la que se protestó por la construcción de una mezquita. La protesta fue liderada por el vice-alcalde Jörg Uckerman del conservador Partido Demócrata Cristiano (CDU). Los musulmanes han conseguido más 25 millones de euros para la construcción de su templo, que tendrá que estar ubicado a 2 millas del centro de la ciudad. Gran parte de los dineros provienen del gobierno turco.

En Francia el MNR (Movimiento Nacional Republicano) ha ganado 2 juicios contra subvenciones para construir mezquitas en Montreuil, a las afueras de París, y en Marsella (donde el 25% de su población es musulmana).

En Suiza, Ulrich Schlüer, del Partido Popular Suizo (SVP) se ha lanzado a declarar que “debemos detener la expansión del Islam o Suiza dejará de ser nuestro hogar”, y lanzó hace pocas semanas una campaña con la intención de detener la construcción de minaretes.

Todavía faltan salir muchos más del armario.