Lepanto

Lastimosamente, muy pocos (Noticias de Eurabia y Las Navas 1212) se han hecho eco de la efeméride de hoy: La BATALLA DE LEPANTO.

Fue una batalla que significa mucho más que el nombre de un brandy. Y mucho más que el haber convertido a Miguel de Cervantes -quien la definió como “la más alta ocasión que vieron los siglos”- en "el manco de Lepanto".

Sucedió el 7 de octubre de 1571, y constituyó una de las grandes glorias de la Armada Española, además de ser una batalla decisiva para detener el avance del imperio otomano sobre Europa.

Los turcos otomanos eran los herederos del califato islámico, ese mismo califato que dominó a España durante casi 8 siglos, y que hoy tantos musulmanes -con Osama bin Laden a la cabeza- reclaman.

Los otomanos se habían adueñado de Bizancio, los Balcanes, controlaban el Mediterráneo oriental y habían llegado a las mismísimas puertas de la ciudad de Viena. Y constituían una grave amenaza para el poderío español, que en esos momentos se extendía por media Europa.

Los piratas berberiscos asolaban las rutas marítimas españolas e italianas, poniendo en graves apuros a los comerciantes genoveses y venecianos. El Papa Pío V temía una invasión de estos piratas en el sur de Italia, que era territorio español en aquellos momentos.

Estos piratas tenían sus bases en Túnez y Argelia, desde donde atacaban a las ciudades costeras europeas. De allí viene la expresión "hay moros en la costa". Estos piratas se convirtieron en corsarios del sultán turco. Este sultán -que tenía una alianza con el rey de Francia- se dedicó a atacar varias plazas mediterráneas, desde Argel hasta Venecia, poniendo en riesgo el poder de España y el futuro de la cristiandad, por los fundados temores a una invasión de estos piratas con el apoyo de los moriscos que aún quedaban en España.

Así las cosas, el Papa llama a los reinos cristianos a conformar una Liga para defender la cristiandad, pero los reinos del norte (Inglaterra, Alemania) pasan del tema, con los franceses no se puede contar -porque además de su alianza con los turcos, estaban inmersos en sus propias guerras de religión-, y finalmente el asunto queda en manos de España y los italianos, que luego de la conquista de Chipre y del saqueo turco de Venecia, se dieron cuenta de que no podían pactar por separado con los turcos para mantener las rutas comerciales.

A fines del verano de 1571, la Liga cristiana se presenta en las costas griegas de Lepanto con 231 barcos entre galeones y galeras, 50.000 marineros y galeotes y 30.000 soldados, (20.000 eran españoles). Frente a ellos, la flota turca, integrada por alrededor de 300 naves y más de 40.000 soldados, sin contar galeotes y remeros. Al frente de las tropas cristianas iba Don Juan de Austria. Al frente de las tropas turcas, Alí Bajá.

El relato de la batalla es apasionante. Después de un combate encarnizado de más de 5 horas, las fuerzas cristianas, que eran inferiores en número de naves y capacidad de fuego, bajo el estandarte de la cruz (además del estandarte, Don Juan de Austria había fijado además una gran talla de Cristo crucificado donada por Barcelona al palo mayor de su nao), vencieron a los turcos.

Independientemente de las consideraciones posteriores que se hicieron sobre Lepanto, en las que muchas veces se disminuyó su importancia y se le achacaron "errores" a Felipe II por no haber sabido "aprovechar" la victoria, Lepanto estableció ciertos hechos que no pueden ser refutados:

• los turcos fueron inesperadamente derrotados.
• sus ambiciones de dominar el Mediterráneo occidental se desvanecieron.
• España consolidó su hegemonía en Europa.
• logró detenerse el avance del islam.

Nosotros, junto a G.K. Chesterton decimos:

¡Vivat Hispania!
Domino Gloria!
Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!

El poema completo aquí.